La disciplina es más importante que la motivación
La disciplina es la fuerza que nos mantiene en el camino, incluso cuando la motivación desaparece. Mientras que la motivación es una llama que enciende el deseo de empezar, la disciplina es la estructura que nos lleva a continuar, incluso en los días más difíciles. La motivación es temporal; va y viene con el estado de ánimo y las circunstancias. Puede ser influenciada por un video inspirador, una conversación o un evento significativo. Sin embargo, así como la motivación puede surgir, también puede desaparecer, dejándonos vulnerables al desánimo y la procrastinación.
Es aquí donde la disciplina se destaca. No depende de emociones o inspiraciones momentáneas; es una elección consciente y continua de seguir adelante, independientemente de las circunstancias. La disciplina construye hábitos, y los hábitos construyen el éxito. Aquellos que son disciplinados son capaces de alcanzar sus metas porque se comprometen con el proceso, incluso cuando la motivación falla.
Tener disciplina significa hacer lo que se necesita hacer, incluso cuando no tenemos ganas. Es levantarse temprano para estudiar, entrenar, o trabajar en un proyecto, incluso cuando el deseo es quedarse en la cama. Es decir "no" a las distracciones y "sí" al esfuerzo constante. La disciplina es lo que transforma sueños en realidad, pues nos hace perseverar hasta que se alcance la meta.
Por lo tanto, mientras que la motivación puede ser lo que nos hace empezar, es la disciplina lo que nos mantiene en el camino hasta el final. En última instancia, aquellos que confían solo en la motivación pueden comenzar con gran entusiasmo, pero serán los disciplinados quienes, paso a paso, alcanzarán el éxito duradero.
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