Meditación Mindfulness, ¿Qué es? ¿Cómo empezar a practicar?
Mindfulness se ha asociado con una variedad de beneficios para la salud mental y física, como la reducción del estrés, la mejora de la concentración y la promoción de un bienestar general.
Para practicar meditación necesitamos solo dos pasos esenciales: encontrar un lugar cómodo y respirar pausadamente. En mi caso, me gusta encender un incienso y colocar cristales para una mejor difusión de energía y para crear un ambiente acogedor y mágico. Pero no es esencial.
Cuando pensamos en meditación, nos viene a la mente la imagen de un monje sentado en una postura difícil, tratando de alcanzar la iluminación, algo que no se sabe muy bien qué es. Pero la meditación mindfulness no se trata de eso. De la misma forma que no es necesario dejar la mente en blanco, algo que ni siquiera es posible. Tener la mente en blanco tampoco nos ayuda a solucionar los problemas reales que enfrentamos.
Podrías soltar las pesadas cargas que te detuvieron durante años, enfrentar tus miedos con coraje, mejorar tus relaciones personales y laborales, tener la audacia para vivir la vida que realmente quieres vivir. Y eso es básicamente lo que la meditación mindfulness te ayuda a conseguir, y lo mejor de todo es que lo puedes hacer en cualquier lugar y solo por unos minutos al día.
Hacer de la meditación un hábito puede reflejarse en varias áreas de tu vida: alimentación, economía, salud, humor, relaciones y comportamientos, pues te permite recuperar el dominio de tu energía mental, sin caer en la negatividad y el dramatismo.
Encuentra un lugar cómodo y siéntate; si es en el suelo, cruza las piernas; si es en una silla, coloca la planta de los pies en el suelo. Respira pausadamente y enfoca tu mente en la respiración, para que tu mente quede anclada en el momento presente.
La respiración acelerada crea niveles muy elevados de dióxido de carbono en la sangre y activa una respuesta de estrés en nuestro sistema nervioso, aumenta el ritmo cardíaco y sube la presión arterial. Las células, los tejidos y los órganos dejan de recibir sus nutrientes esenciales, el crecimiento biológico se detiene, los procesos de inflamación se activan y la enfermedad aparece. Y todo esto es causado por una respiración acelerada.
Con la práctica de mindfulness, la respiración es diferente: de forma pausada y profunda, en un ritmo más lento, alcanzando zonas más profundas del cuerpo, usando el diafragma para que, al inhalar, el aire pase por los pulmones pero no se quede solo ahí, llegando también al abdomen y llenándolo de aire. Algo tan simple como esto provoca el relajamiento del sistema nervioso, porque tu cuerpo absorbe las hormonas del estrés y otros neuroquímicos más beneficiosos comienzan a liberarse: endorfina, dopamina, serotonina, acetilcolina, que inducen al sueño y relajan los músculos.
Puede ser que, cuando comiences esta práctica de respiración, te cueste un poco y te sientas extraño al principio, pero es normal. Con el tiempo, notarás que tu respiración mejora y se vuelve más sencilla.
Atención, enfoque mental
Mientras respiras pausadamente, enfocas toda tu atención ahí, dejas que tu cuerpo respire según su propia cadencia. Y comienzas a enfocar la atención en la respiración y así te instalas en la presencia, respiración a respiración, hasta que te distraes, porque te vas a distraer, la mente te llevará a un pensamiento, que te llevará a otro pensamiento, y a otro más, y cuando te des cuenta, ya estarás muy lejos del momento presente.
Esto le pasa a todo el mundo y no lo puedes evitar. Lo que tienes que hacer cuando la mente se dispersa es regresar a tu respiración tranquilamente. Tu respiración es el ancla que te trae al momento presente. Tu mente se distrae una y otra vez y tú pacientemente la traes nuevamente al momento presente.
El objetivo del mindfulness no es eliminar los pensamientos, ni dejar la mente en blanco; el objetivo es que consigas dominar tu atención para que, cuando tu pensamiento se descontrole y desoriente, seas capaz de salir de ahí voluntariamente. Con la práctica, te conviertes en un observador de tu mente, te haces consciente de los pensamientos que la mente coloca frente a ti, comienzas a conocerte mejor y a tus distracciones, tu dolor, tu interpretación, cosas que cargas pero solo emergen durante la meditación porque, durante el estrés del día a día, permanecen ocultas. Puedes usar esa información sobre ti para tu propio crecimiento, mejora y realización.
Es una autoconciencia que tiene un impacto en tu vida a muchos niveles: como tu sistema nervioso no está tan alerta, tu mente está más calma, ya no está tan llena de negatividad, preocupaciones, ansiedad y hostilidad. Cuando comienzas a practicar mindfulness, empiezas a tener más vitalidad, a dormir mejor, tu autoestima se refuerza, tus relaciones se vuelven más auténticas y significativas. Puedes mantenerte más firme ante situaciones difíciles, imprevistos y adversidades, ayudando a tomar mejores decisiones y a disfrutar mejor de la vida.
Pero esto solo se consigue haciendo de la meditación un hábito diario. La meditación es una práctica de muchas culturas y religiones, que puedes hacer en cualquier lugar, dedicando solo unos minutos.
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